Foto: bootykika
Sabía que iba a pasar tarde o temprano, sólo temía que el momento llegara. Desde esa fatídica noche de agosto en que decidí hacer crecer y modernizar a mi pequeña, su destino fue sellado. Ahora que todo ha vuelto a la normalidad, dedico unos momentos a narrar su historia, con la esperanza de prevenir que su trágica historia se repita.
Todo comenzó hace cinco meses. Mi computadora es una laptop IBM Thinkpad A30, Pentium 3 @ 900MHz, con 128MB de RAM y disco duro de 17GB, con sistema operativo Windows XP SP1. Lo sé, no es lo último en tecnología, pero lleva ya tres años conmigo, y me ha sido tan fiel, que la idea de separarme de ella me parte el corazón. Puesto que su arquitectura es modular, decidí hacerle algunas adaptaciones:
- Reemplazar la memoria de 128MB por dos DIMMs de 512MB, para un grandioso total de 1GB de RAM.
- Reemplazar la unidad CD-RW/DVD por una unidad Multiburner Ultrabay 2000, con capacidad para grabar DVDs.
- Reemplazar la unidad de floppy por un disco duro secundario de 80GB.
De esta forma, además de incrementar considerablemente el desempeño de mi querida amiga, el tener un segundo disco duro me permitiría tener toda mi información personal separada de las aplicaciones, además de que tendría espacio para instalar un segundo sistema operativo, Linux.
Armada de mi confiable desarmador, emprendí la tarea de ajustar a mi pequeña. La actualización de memoria no tuvo ningún problema, al igual que la instalación de la unidad de DVD, fue reconocida rápidamente y con ayuda del software proporcionado por IBM, funcionó perfectamente. El principal problema fue con la instalación del segundo disco duro. Instalé el disco en la bahía que adquirí de IBM, lo coloqué en la laptop, pero Windows se negaba a reconocer el disco. El disco no venía formateado, así que con ayuda de un LiveCD de linux, lo formateé como NTFS, y separé una partición EXT3 y un swap en el disco duro original, pero aún así, Windows se rehusaba a reconocer el nuevo disco. El hardware aparecía en el administrador de dispositivos, pero Windows se negaba a admitir que la joven laptop había crecido. No sé por qué motivo instalé una versión de prueba de Acronis Disk Director, la desinstalé y tras reiniciar la máquina, el disco duro apareció por arte de magia – aunque con el ícono de un CD-ROM. Después de eso, me dediqué a instalar Linux. Probé muchos LiveCDs para buscar la distribución perfecta para mi. Intenté Ubuntu 5.04, Kanotix 2005-03, Knoppix 3.3, Mepis 3.3.1, Slax 4.2, Damn Small Linux 0.9.3, KateOS Live 2.1, PCLinuxOS p91a, Archie 0.41, y unos cuantos más.
Después de probar tantas distribuciones mis criterios de selección fueron bastante simples: máximo reconocimiento de hardware, interfaz clara y amigable, posibilidad de instalar mayor variedad de programas sin echar a perder la máquina. El mayor limitante fue mi tarjeta de red, una tarjeta inalámbrica 3COM 3CRSHPW696, que aunque tiene chip atmel y cuenta con drivers nativos de Linux, por algún motivo que excede mi imaginación, no se incluye compilado por default en la mayoría de los casos: únicamente Ubuntu y Kanotix la reconocieron. Y francamente, el soporte de red es una funcionalidad básica – ¿cómo más puede uno conectarse a internet para conseguir el driver adecuado si el sistema operativo no reconoce la tarjeta de red cuyo driver hay que buscar? También, al probar los diferentes sabores de Linux, me gustó mucho la facilidad de uso de Synaptic y apt-get. Anteriormente había utilizado Red Hat y SUSE en otra laptop, y la instalación de archivos RPM en ocasiones dejaba mucho que desear, teniendo que invertir demasiado esfuerzo en cazar círculos viciosos de problemas de dependencias. Así, apt-get redujo mis alternativas a variantes de Debian, y mi tarjeta inalámbrica, a Kanotix y Ubuntu. La interfaz de Ubuntu me pareció mucho más amigable, además, por lo que pude identificar en el foro de Kanotix, en ese preciso momento KDE estaba pasando por muchos cambios en Debian Sid por lo que jugar instalando programas iba a resultar más riesgoso que lo que podría soportar. Hoary Hedgehog terminó felizmente instalado en mi partición adicional. Por cierto, si a alguien le interesa, tengo una pila enorme de discos de instalación de gran variedad de distribuciones Linux.
Hasta el momento todo marchaba razonablemente bien. Cierto es que mi segundo disco duro seguía apareciendo con el ícono de una unidad de CD-ROM. Me faltaban por instalar unas actualizaciones de Windows, y entonces fue cuando cometí el error número uno: instalar el SP2. No recuerdo exactamente cuál fue el problema, pero tuve severas dificultades con mi conexión de red desde la instalación de SP2, además de incompatibilidad con algunos programas. Lo desinstalé. Aparentemente arrastró consigo algunos archivos críticos de sistema, por que ahora no me era posible instalar algunas actualizaciones de Windows, además de que me quedé sin el Media Player, y de cuando en cuando aparecían errores de sistema.
Desafortunadamente, no me di cuenta de este problema hasta un rato después, ya que me había cambiado de casa y país, y cometiendo el error número dos: no llevarme ningún disco de instalación conmigo. Así, lejos de casa y sin posibilidad de reparar nada, me di cuenta de un mayor número de errores en Windows. No instalé absolutamente ningún programa en mi computadora durante cuatro meses, temerosa de que algún día no arrancara y entonces me quedara sin herramientas para mis estudios. Tenía claro que la bomba iba a explotar eventualmente, y que iba a tener que reparar la instalación de Windows en cuanto tuviera acceso a mi disco, pero solo rogaba que no fallara todo hasta terminar el semestre.
Pasó el tiempo, y salió la siguiente versión estable de Ubuntu, Breezy Badger. Una de las anunciadas ventajas de apt-get es que para actualizar el sistema operativo basta un simple apt-get dist-upgrade. Mejor que magia. Leí en los foros de usuario de Ubuntu que la realidad no era tan sencilla, y que había que seguir unos cuantos pasos adicionales para que la actualización funcionara correctamente. Entonces cometí el error número tres: me aventuré a un apt-get dist-upgrade, sin contar con un disco de instalación de Linux. La instalación arrojó un número de errores que no había visto reportados en los foros de usuario, y la siguiente vez que prendí mi computadora, X se negaba a iniciar, y mi tarjeta de red no era reconocida. Desastre total. Y con la carga de trabajo en ese momento, ni siquiera oportunidad para buscarle el modo de arreglarlo (además que sin internet, era difícil realizar las actualizaciones que no se llevaron a cabo correctamente).
Una vez terminadas las clases y regresando a casa para vacaciones, se llevó a cabo el feliz reencuentro con mis discos de instalación. Mi disco de Breezy ya había llegado, por lo que al fin, tendría oportunidad de arreglar todo. Una ventaja es que todos mis datos estaban en mi segundo disco duro, por lo que no era necesario respaldar mi información.
Comencé reparando Windows. Inicié la máquina desde el CD, y pedí reparar mi instalación de Windows. Acabó el proceso, comenzó a arrancar mi pequeña, y tras el logo de Windows XP apareció una imagen que había aprendido a temer hace mucho tiempo, y que había dejado de ver en un largo rato: la malévola pantalla azul de la muerte.
Horror. La pantalla indicaba un posible virus o error de hardware, y sugería revisar mi disco duro. Saqué el disco duro secundario, mismo problema, no llegaba a arrancar mi equipo, mostraba la terrible pantalla azul y se reiniciaba otra vez. Modo a prueba de fallos, lo mismo. Saqué mi disco duro primario, lo instalé en una unidad portátil de disco duro externo USB y lo verifiqué usando la computadora de mi madre. El disco duro no tenía ningún problema. Lo instalé nuevamente en mi laptop, y la situación seguía sin mejorar. Intenté reinstalar Windows dos veces, pero en todas las ocasiones, al acabar la instalación aparecía la pantalla azul, una y otra vez. Así que no me quedó remedio, tuve que formatear el disco duro primario (la partición NTFS) e instalar Windows XP desde cero.
Una vez que arrancó Windows, noté con gusto que mi disco duro secundario había sido reconocido sin problemas y que mostraba el ícono correcto. Pero al intentar conectarme a Internet para actualizar Windows, noté que mi tarjeta de red no había sido reconocida. Qué emoción. Me conecté al sitio de 3COM con la computadora de mi madre, bajé el driver y lo copié a mi computadora con un drive USB.
Ya tenía internet. ¡Bravo! Ahora sí a instalar actualizaciones de seguridad críticas. OK, ha encontrado 25 actualizaciones de nivel crítico. Instalar todas. Es necesario reiniciar el sistema. Aceptar. Ahora ha encontrado otras 15 actualizaciones críticas. Instalar. Reiniciar. Otras 3 actualizaciones. Instalar. Reiniciar. Seis actualizaciones más. Instalar. Reiniciar. Aparentemente una de las actualizaciones no le gusta el hecho de conectarse a una red inalámbrica insegura, y no hubo forma de conectarme a Internet. Desinstalar la última actualización. Reiniciar. Repetir cinco veces hasta encontrar la actualización que inutilizó mi Internet. Al fin tengo internet. ¿Quiero instalar el SP2? No, gracias. En serio, no, gracias. Bravo, dos horas y media después ya tengo el sistema operativo y puedo… navegar en Internet con Internet Explorer y editar texto en Notepad. Bueno, y ya tengo WMP10, aunque me gusta más MediaMonkey.
Ahora necesito antivirus y firewall. Rápidamente instalé NOD32 y Outpost, y ya me siento un poco más segura. Pero mi computadora no tiene casi nada. Aproximadamente cuatro horas después ya había bajado los programas que ocupo, y comenzó la instalación. Edición de texto, gráficos, multimedia, finanzas personales, correo, internet, una lista interminable para tener un sistema razonablemente útil. Seis horas después aún no terminaba. La simple recolección e instalación de los codecs para video y audio que ocupo me tomó una hora. Absolutamente desquiciante. Pero un día después creo que ya quedó todo. Qué alegría.
Después, a proceder con la instalación de Linux. Inserté el disco de Breezy, y siguiendo las instrucciones en pantalla, instalé sistema operativo en 20 minutos. Mi tarjeta inalámbrica fue reconocida de inmediato, al igual que todo mi hardware. No por nada elegí Ubuntu. Con ayuda de la guía oficial y copiar-pegar, instalé AmaroK, Xine, Inkscape, codecs multimedia y otros programillas que son de mi agrado. Junto con las instalaciones de seguridad, todo esto tomó menos de media hora, y con mínima interacción de mi parte. No tuve que cazar en sitios de internet programas de instalación, todo se redujo a teclear el nombre del programa en la línea de comandos o seleccionarlo en Synaptic. Y no tuve que reiniciar una sola vez.
Ahora que tengo sistema operativo, estoy sumamente feliz. Y la nueva versión de Ubuntu me ha gustado bastante. Aunque tengo que cambiar los sonidos eventualmente, la interfaz es agradable y amigable. El esquema de color café me gusta, no maltrata la vista y es elegante y diferente. El despliegue de las fuentes es mucho más agradable que en Hoary. La utilidad de agregar programas por categoría es fácil de usar y permite descubrir joyas con poco esfuerzo. Y en muy poco tiempo, tengo un sistema útil para casi todo lo que necesito, con un esfuerzo muy pequeño. Ya estoy acostumbrada a la ideología del sudo, por lo que no me molesta la ausencia de un usuario root. Pero con Firefox, Thunderbird, OpenOffice, GIMP, y ahora que hay KeePass para Linux, puedo hacer casi todo lo que necesito en Linux.
Interesante historia… yo he batallado bastante con laptops… pero si les meto Linux (Ubuntu o SUSE) no batallo para nada.
Windows a veces se monta en su macho y para que lo saques de ahi hay que reformatear… yo por eso mejor uso Linux y alternativas libres…
salu2 y feliz año nuevo!
SUSE también me gustó cuando lo usé, pero son ochenta mil discos XD
Y si, mucho más fácil fue toda la instalación con Linux que con Windows. En serio que casi me saca canas verdes. Pero ya tengo computadora de nuevo, soy feliz.
Felicidades por tan buen comienzo de año, tu articulo esta excelente.
Bendito windows, cuando tenemos esos problemas en verdad apreciamos Linux, arme una máquina nueva hace dos semanas, nada del otro mundo procesador AMD Sempron, 1 G de RAM unidad combo, tarjeta de audio, de video, tarjeta de captura de video, cámara, impresora y scanner; tiempo de instalación en windows 4 horas aprox. con Mandriva tarde 1 hora aprox.
Vaya y despues dicen que instalar Linux es dificil.
Saludos.
Que bonito es lo bonito :p ubuntu rulz!!!!
Chido tu blog un saludo
excelente articulo, y muy buena seleccion de distro, aunque sigo prefiriendo Slackware
En gustos se rompen géneros, es lo bueno de Linux, que hay mucho de donde escoger.
Lo más irritante es que uno de los principales factores que influenciaron mi selección de distribución de Linux fue el soporte del hardware, algo que me ocasionó canas verdes con Windows. Hacía tanto que no lo reinstalaba que no recordaba la pesadilla que puede ser comenzar desde cero.
Hola Alejandra, tu articulo es genial y me resulta bastante interesante debido a que también poseo una laptop IBM Thinkpad A30, 1132 MHZ y me interesa cambiar la unidad de cd y reemplazar por una que grabe DVD’s, mi pregunta es si te resultó caro comprar el grabador dvd?, y si es lioso desarmar la laptop para cambiar la unidad del cd?, la verdad que no he revisado bien mi laptop pero solo de pensarlo me causa reparo.
Que tengas un excelente dia.
Carolina,
El grabador de DVDs lo compré ya hace rato (hace casi dos años), pero me costó 185USD. No es precisamente barato, pero fue mucho más barato que comprar otra computadora. Y considerando que las mejoras que le hice extendieron su vida por casi dos años ahora, no fue mala inversión.
El proceso de instalación del quemador de DVDs no podría ser más fácil. Las Thinkpad tienen un diseño modular, entonces, ni siquiera tuve que desarmarla para hacer el cambio. Si me tardé 3 min en hacerlo, fue mucho. Creo que sólo hay que presionar y mover una palanquita, y sale.
Lo único lioso es que, al menos cuando adquirí el quemador, no hay distribuidores físicos en México, entonces tuve que comprarlo por internet en el sitio de Lenovo. No es mayor problema, puesto que aceptan como pago tanto tarjeta de crédito como transferencia bancaria.
Muchas gracias por tu rápida respuesta a mis preguntas, me queda claro que no es dificil extraer el cd de la laptop, he visto el botón a apretar y la palanca al lado.
Tienes razón la inversión vale la pena, que es mas caro comprar la laptop nueva, considerando que la mía nunca tuvo grabador, solo reproductor de cd y dvds.
Nuevamente te agradezco mucho tu excelente ayuda, he estado leyendo tu blog y me parece bastante interesante.
En hora buena y felicidades.